La Comisión Interamericana de Derechos Humanos es una pieza clave del sistema de promoción y defensa de los derechos humanos que tenemos en la región. Durante los dos últimos años, la Comisión ha atravesado un proceso —oficialmente denominado “de fortalecimiento”— que, por momentos pareció ser “de cuestionamiento”, y que, finalmente, ha alcanzado un cariz de reforma. Todo indica que los cambios introducidos como resultado de este proceso permitirán mejorar su desempeño, y adecuarlo a las necesidades actuales de la región. Pese a los dichos y contradichos que se escucharon durante el proceso, todos los involucrados en las discusiones resaltaron la importancia del trabajo realizado por la Comisión. Casi todas las voces reclamaron que haga más y mejor aquello que le compete, aunque los argumentos de los diferentes actores —gobiernos y sociedad civil— en ocasiones difirieran diametralmente. Sin duda, de la amplia discusión sostenida pueden extraerse muchos elementos de aprendizaje.
De allí que esta edición de AportesDPLF esté dedicada al examen de lo ocurrido durante esos dos años. Para iniciar esa revisión, contamos con los aportes de tres autores con alta representación institucional. J. Jesús Orozco, quien fungió como presidente de la CIDH durante los dos años que duró el proceso de fortalecimiento, es el primero en tomar la palabra. Lo siguen Hugo de Zela, jefe de Gabinete del Secretario General de la OEA, y Emilio Rabasa, Representante Permanente de México ante la OEA. En sus textos, los tres describen el proceso desarrollado, desde la perspectiva propia de quienes han estado y siguen directamente expuestos a las discusiones sobre el perfeccionamiento de la CIDH.
En seguida, presentamos seis visiones dedicadas a resaltar los puntos más críticos del proceso y el contexto político en el que se inscribe la CIDH. El minucioso recuento de Douglass Cassel se detiene en hechos significativos, no sólo para comprender el proceso sino para situarse frente al futuro. David Lovatón repara en el intento de mantener abierto el proceso de reforma de la Comisión y se pregunta por los alcances de este empeño. Ernesto de la Jara parte del reconocimiento de que el sistema interamericano se halla ante nuevas realidades que ve como un impulso hacia una Comisión distinta y mejor. Camilo Sánchez nos coloca frente a una mirada realista, que tiene algo de escéptica, para examinar el proceso y sus resultados, así como avizorar sus probables desenvolvimientos. Viviana Krsticevic y Alejandra Vicente, en un tono propositivo, apuestan por una Comisión que, a partir del proceso reciente, supere sus rendimientos en términos cualitativos. Este apartado empieza con un aporte personal que, además de narrar los momentos más importantes del proceso, muestra las discusiones y agendas detrás de lo visible.
Acerca de las medidas cautelares, uno de los temas recurrentes en las discusiones habidas durante ese proceso, Diego Rodríguez Pinzón ofrece un análisis técnico que puede ayudar a comprender tanto los cuestionamientos formulados en el debate como las reformas introducidas.
En torno a los actores clave, el análisis propuesto atiende a dos de ellos. Jamil Dakwar aborda el neurálgico asunto del papel que en el sistema tiene Estados Unidos, deteniéndose en su legitimidad y credibilidad. Juana Kweitel y Raísa Cetra hacen lo propio con los “muchos Brasil” que, conforme documentan, asomaron a lo largo del proceso recientemente atravesado por la Comisión.
Para la sección final de esta edición, se solicitó a autores calificados que profundizaran en ciertos aspectos cruciales a la hora de entender el pasado y el futuro del sistema interamericano de derechos humanos. Diego García Sayán, juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, y hasta diciembre de 2013 su presidente, ensaya un balance del trabajo de esa instancia, poniendo en relieve sus logros más relevantes. Gabriela Kletzel propone mirar a la Comisión y el sistema, pertenecientes a la OEA, en un contexto regional institucionalmente más poblado, en el que nuevas entidades asociativas reúnen a los países con objetivos tanto económicos como políticos. Daniel Cerqueira, oficial de programa senior de DPLF, comparte sus reflexiones acerca de las recientes conferencias de Estados parte de la Convencion Americana de Derechos Humanos.
La edición concluye con una entrevista a Paulo Vannuchi, quien como comisionado recién incorporado responde con claridad las preguntas en torno a los desafíos que enfrenta la Comisión. De sus palabras salen algunas de las líneas de trabajo en las que quisiéramos ver en el futuro próximo a una Comisión que, dotada de mayores recursos, lleve a cabo su labor con mayor agilidad y eficiencia. Ese debería ser el resultado del esfuerzo de estos dos años que, habiendo tenido momentos difíciles y ocasionado algunos sinsabores, en definitiva puede ser positivo para la plena vigencia de los derechos humanos en la región