La violencia sexual en el conflicto armado en El Salvador, como en otras guerras, no fue un hecho aislado de uno o algunos hombres “sin control de sus instintos”, ni mucho menos provocada por conductas “irresponsables” de las mujeres. Se trató de estrategias de terror y degradación.
Hoy, 26 años después del fin de la guerra, estos hechos criminales permanecen ocultos, se hablan en voz baja. Existen importantes esfuerzos en marcha, pero en general aún no se han desarrollado suficientes espacios de fortalecimiento para romper los silencios y dar sentido a las experiencias de dolor, que puedan resultar en procesos de búsqueda de justicia.
La Comisión de la Verdad no incluyó la violencia sexual como uno de los crímenes investigados, y en 2012, por primera vez la Corte Interamericana de Derechos Humanos reconoció la existencia de violaciones sexuales en el conflicto armado de El Salvador, en el caso de la masacre de El Mozote. En el juicio interno en marcha, los 20 ex militares de alto rango acusados en el caso, están siendo procesados por el delito de violación sexual, entre otros, por sus responsabilidades al mando de la Fuerza Armada de la época.
Esas imputaciones son un paso importante, pero es aún más necesario acompañar a las sobrevivientes y sus comunidades; proveer a jueces, juezas y fiscales de protocolos con perspectiva de género y argumentos especializados para que el juicio, más allá del resultado de condenas o absoluciones, permita reivindicar el lugar de las mujeres en la historia y tenga un sentido reparador.
Por todo lo anterior, las actividades descritas se proponen conversar sobre violencia sexual del pasado y del presente, con actoras y actores involucrados, para acercar información sobre los desarrollos conceptuales y las experiencias de investigación, así como estrategias de incidencia y litigio, en países de América Latina.